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Historia del mítico baúl de Louis Vuitton

Cuando pensamos en equipaje de viaje pensamos también en Louis Vuitton y, especialmente, en su mítico baúl. Hoy repasamos la historia de este auténtico objeto de deseo.

En 1835 Louis Vuitton decidió dejar su hogar familiar para emprender un largo camino de más de 400km que le llevaría hasta París. Tenía solo 14 años, su madre había muerto hacía poco y su padre había vuelto a casarse con alguien que no terminaba de gustarle.

Durante el trayecto, Louis, que provenía de una familia de molineros y carpinteros, desarrolló todo tipo de oficios para poder pagarse el viaje. En uno de los talleres en los que trabajó, el de Monsieur Maréchal, Louis aprendió el arte de fabricar cajas personalizadas, también como debía empaquetarse y desempaquetarse la ropa y los objetos que entonces se transportaban. El vestuario seguía numerosos protocolos por lo que el guardarlo correctamente requería una habilidad especial.

Con la llegada de la primera línea francesa de ferrocarril en 1837, los viajes se multiplicaron y la jet set necesitaba que sus pertenencias fueran correctamente transportadas. La figura de los layetier-emballeur era cada vez más demandada. Louis Vuitton se convirtió en un experto empaquetando los delicados vestidos de la época en baúles de álamo que se construían a mano. Su buen hacer llegó hasta oídos de la Emperatriz Eugenia de Montijo que lo convertiría en su layetier-emballeur de confianza.

Tras casarse con Napoleón III se había trasladado a París, ciudad en la que comenzó una vida de lujos llena de viajes en los que Louis Vuitton sería su mano derecha. Los grandes viajes que emprendían los miembros de la realeza se extenderían también a la burguesía, por lo que la demanda de maletas cada vez sería más grande. Louis Vuitton, atento al momento que se vivía, decidió dar el paso de abrir su propio negocio maletero. Y lo hizo en la rue Neuve des Capucines, muy cerca de la Place Vendôme, de París.

El nacimiento de un estilo

Allí, ideó una nueva forma de recubrir las maletas: una lona impermeable que las hacía resistentes a las inclemencias del tiempo y que permitía aplanar los baúles (antes tenían acabados redondeados para que el agua resbalase y no se filtrase dentro), haciéndolos así apilables y más fácilmente transportables. No solo avanzó en cuestión de practicidad, embelleció los acabados y convirtió las maletas en auténticos objetos de deseo. Su éxito fue tal que pronto tuvieron que trasladar su taller a uno más grande, en Asnières, a las afueras de París, donde aún trabajan los artesanos de la maison.

Las copias no se hicieron esperar. En un intento de diferenciarse de las mismas, Vuitton crearía un nuevo estampado beige y rojo que sustituiría a su primera lona, la llamada ‘Trianon’. Posteriormente, una vez su hijo Georges se hizo cargo del negocio familiar, un nuevo diseño surgiría para perdurar en el tiempo: un estampado marrón y beige que llegaría a inspirar el mítico print del ‘Damero’.

La evolución

La moda seguía cambiando, los vestidos ya no eran tan voluminosos y los numerosos baúles comenzaban a ser innecesarios. Para adaptarse al momento, Vuitton idearía el icónico ‘wardrobe’, un baúl que se abría de forma vertical, con varios cajones, para impedir que cada vez que se llegaba a un destino hubiera que deshacer todo el equipaje.

Los baúles darían paso a las maletas de cabina, las ‘drivers’ que podían colocarse en el maletero del coche, o la maleta con ‘candado imposible de forzar’ con una clave personal de cada propietario y que resultó tan útil, que pronto se extendió a todas las creaciones de la casa.

La firma, que poco a poco fue extendiéndose por el mundo, llegó también a Estados Unidos, donde conquistó a actrices y personalidades de la época, que comenzaron a viajar también con equipaje Vuitton.

Sus productos dedicados al viaje se ampliaron llegando a satisfacer hasta los caprichos y necesidades más curiosas: un baúl cama para un viajero incansable, pequeñas cajas para enviar flores, un baúl para disfrutar el ‘afternoon tea’…

En 2021, bicentenario del nacimiento de Monsieur Vuitton, la casa quiso rendir homenaje al alma viajera de su creador con la exposición itinerante 200 baúles, 200 visionarios, en el que artistas de toda índole ‘customizaron’ e hicieron suyo el legendario baúl.

 

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