Algunos han denominado a esta cadena el Mercadona de la moda. Shana se fundó en el año 2010 a manos del catalán Julián Imaz, anterior ejecutivo de Inditex. En solo dos años dobló sus ventas de 75 a 130 millones de euros.
Según el empresario Shana trabaja en un territorio «tierra de nadie», entre Primark y Zara. Shana se diferencia de otras tiendas por sus precios y promociones y descuentos constantes.
La crisis empezaba a manifestarse y Shana aprovechó esa época ofreciendo prendas muy asequibles y de última tendencia. Después de cerca de 5 años, Shana es capaz de seguir inaugurando locales con un ritmo, casi, imparable.
La cadena abrió unas 40 nuevas tiendas a lo largo de 2014 en mercados como Europa, Oriente Medio o Asia. Asimismo, se alió con el gigante industrial Yueda Group para replicar su modelo de negocio en China y tejer una red de tiendas en Europa, en países como Francia e Italia.
En Shana, el 80% de las prendas son básicos a un precio competitivo y en una gama de veinte colores y en siete tallas distintas. El 20% restante del producto de Shana corresponde a prendas de tendencia.
Julián Imaz no estaba a cargo de Comdipunt, un proveedor de Inditex. Su éxito fue tal que Amancio Ortega le compró la empresa y lo acabó fichando para dirigir Bershka. Pero Imaz no acabó de encontrar su sitio en el grupo, recompró Comdipunt por un precio simbólico y arrancó con su aventura en solitario.
A partir de aquí creó Shana como marca para vender volumen y Friday’s Project como línea más diferenciada. En la actualidad, Friday’s Project ha mutado a la marca Double Agent, ofreciendo una gama superior de precios que Shana destinado a un público adolescente.
En cuanto a proveedores, China y Bangladesh sólo suponen el 30% de los de Shana. Compra el 60% de sus abastecimientos en Portugal y fabrica en España, concretamente en Mataró.