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Mujeres, sonrisa y compostura en la pasarela

Las modelos de pasarela no sonríen?

Quienes observamos los desfiles en las pasarelas vemos rostros cuya seriedad parece ser una característica del mundo de la moda. Años atrás las súpermodelos hacían de sus picardías parte del juego que cada marca de ropa ofrecía ante el público. Sonreían, movían las caderas, jugaban con su caminar. En la época reciente la mayoría de las marcas prefieren que sus modelos lleven un semblante, una expresión, impenetrable. Se limitan a recorrer la pasarela sin convertirse en las protagonistas del show. La filosofía tras de ello es el planteamiento que lo importante es la ropa. La ropa tiene que ser la verdadera razón que haga que las tiendas las tengan en sus escaparates.

El primero de octubre la revista de moda Newsweek publicó un artículo sobre si las modelos deben o no sonreír. Para ello hace hace referencia a una anécdota histórica del siglo XIX. En la que la constante era el no haber sonrisas en las modelos de las fotos. Que por un lado refiere a las tecnologías que retrataban la imagen. Pero por otro, era signo de estatus y era característico de la época victoriana en la que se usaban Las Cartes de Visite.

Buen detalle histórico:

Las Cartes de Visite fueron unas tarjetas que contenían una especie de foto de perfil de los integrantes de la Aristocracia y se entregaban en los diferentes actos y visitas sociales. En ellas se observaban semblantes poco expresivos cuyas miradas daban la impresión de estar ubicados en lo alto del poder. Consistían en miradas sobrias, con cierto estatus de superioridad.

En la actualidad lo que observamos son expresiones serias. De ello inferimos que la expresión de la modelo depende del desfile y de lo que le pida el diseñador. La directora de casting de la semana de la moda en Madrid, Esther García Capdevila, nos dice “algunos requieren rostros más serios, otros los prefieren relajados y a veces también quieren que sonrían. Depende de la colección, de lo que la marca desee transmitir al público”.

El análisis llega hasta otros recovecos. Hadley Freeman establece una relación entre el estatus de la marca y el grado de enfado de las modelos. “En las pequeñas presentaciones de la semana de la moda en Londres, que a menudo tienen tan poco presupuesto que ni te daría para comprar una chocolatina post Brexit, las modelos se ven sanas y relajadas. Pero luego vas a París que es donde se celebran los desfiles más lujosos mientras las modelos parecen evaporarse a medida que pasan las semanas, manteniendo solo su ceño fruncido”.

Nuestra visión al respecto

En MCM resaltamos el comprometedor trabajo de la modelos que trabajan para grandes firmas. Deben estar atentas a cumplir de mejor manera su papel en las pasarelas. Ninguna de ellas ha elegido la ropa y la compostura debe aferrarse a la subjetiva propuesta del diseñador. Rostros despreocupados e inquebrantables suelen ser lo común. Tienen que ser capaces de moverse sin problemas, ejerciendo un control fino sobre las manos y los músculos faciales. Son ellos los que expresan confianza en la propuesta de la marca en cada temporada.

-Queremos en este ensayo-reflexión rescatar el elemento de dignidad personal que pone en juego la modelo, cuyo trabajo es atravesar la habitación con una buena compostura, cuya presencia sea relativamente constante a lo largo de todo el recorrido. Una sonrisa forzada, una expresión de los labios no acompañada de la mirada podría traer consigo una sensación muy desagradable. Lo que sea que ocurra en las cabezas de las modelos no puede transferirse a su rostro y esto en sí es todo un arte admirable y valorable.

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