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Epilogue de Gucci: una declaración de intenciones

La pandemia ha provocado cambios sustanciales en la producción de la industria de la moda. O, más bien, los ha acelerado. Son varias las firmas y diseñadores que han anunciado la reducción del número de temporadas que lanzan por año, entre ellos Gucci.

La firma italiana de moda Gucci puso el broche final a la primera Semana de la Moda de Milán que se celebró en formato digital la pasada semana, y lo hizo con un desfile de 12 horas de duración.

Después de mostrar al mundo lo que solo unos pocos tienen la oportunidad de ver en su anterior desfile, un show montado en torno al backstage celebrado el pasado febrero, Gucci dio un paso más allá presentando su última colección en la semana de la moda digital de Milán en una retransmisión en directo de doce horas de duración.

Bajo el título de Epilogue, el director creativo de la firma italiana, Alessandro Michele, quiso marcar el fin de una trilogía, que dio comienzo con aquel desfile que rindió “homenaje al ritual mágico de la moda”. Tras el segundo acto de lo que ha definido como “un cuento de hadas en tres partes”, marcado por la campaña publicitaria disparada en mayo, donde los modelos fueron también creadores de las imágenes, el diseñador romano pone el broche final en el palacio renacentista romano Palazzo Sacchetti.

Pero Epilogue no marca solo el final de una trilogía, también supone el fin del vertiginoso calendario de desfiles y temporadas. A través de videoconferencia, el creador romano anunció la reducción del número de colecciones anuales, que pasará de ocho a dos, y que no responderán a las clásicas temporadas primavera-verano/otoño-inverno, ni entenderán de divisiones por géneros.

Precedido por seis horas de retransmisión en directo, Epilogue nos permitió colarnos en los preparativos, desde la localización al maquillaje o la disposición de las cámaras, incluyendo detalles tradicionalmente alejados del ojo del espectador, como una aspiradora poniendo a punto el espacio. El show virtual combinó imágenes estáticas y en movimiento de los 76 looks que conforman la colección al ritmo de los bits de The Rhythm Modulator de Raymond Scott. Las prendas y accesorios no fueron lucidos por modelos al uso, sino por los propios empleados de la oficina creativa de la firma.

Así, diseñadores de ready-to-wear y de complementos, directores de casting o asistentes de diversos departamentos portaron las piezas de la colección mezclándolas con su propio estilo. Los post-it escritos a mano que acompañan las imágenes así lo subrayan: la maison italiana ha querido mantener sus piercings, joyas personales o peinados en un canto a lo genuino de cada uno de ellos, un refuerzo del mensaje de individualidad presente en los cinco años de dirección creativa de Michele. A través de esta inversión de roles, la moda se aleja de la idea idealizada de la belleza encarnada por las modelos y se vuelve más accesible y cotidiana.

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