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Demi-couture, artesanía y ética

¿Qué es demi-couture? La demi-couture es un cruce de caminos entre la alta costura y el prêt-à-porter, entre lo hecho a medida y lo que se produce en serie. En un mundo en el que todos parecemos ir vestidos igual, esta tendencia reivindica la vuelta a la artesanía, a las prendas hechas manualmente y a un trabajo de fondo de costura que se hace notar.

Sólo se trata de un 7 a un 10% de la cifra total de ventas para algunas firmas, pero, aun así, algunas apuestan fuerte por un nicho de mercado que tienen su demanda .

Las grandes marcas ya hacen sus pinitos en demi-couture desde hace años. Chanel, Valentino, Chloé, Prada o MiuMiu incluían en sus colecciones de prêt-à-porter piezas especiales que llamaban la atención de las clientas más exigentes, pero que no requerían pruebas ni grandes esperas. Sin llegar a suponer las 2.000 horas de trabajo que exigen algunos vestidos especiales de alta costura, las prendas demi-couture necesitan, no obstante, entre 150 y 200 horas de trabajo manual.

Moda ética y demi-couture

Se contrapone a la moda rápida o «McModa», de bajos costos y grandes márgenes de ganancias. La Moda Ética se propone conseguir que el diseño, suministro, fabricación y consumo de prendas de vestir mejore la calidad de vida de todas las personas participantes en el proceso, jugando un papel activo en la reducción de la pobreza y la creación de medios de vida sostenibles, mientras minimiza el impacto sobre el medio ambiente.

De esta forma, estos dos conceptos encajan a la perfección. Lejos de la imagen de las fábricas de producción de Bangladesh y de una industria que a menudo busca reducir costes para aumentar ganancias, se trata de una forma distinta de trabajar, un acercamiento de nuevo a la calidad, el detalle, la artesanía y, sobre todo, las personas involucradas en todo el proceso.

Diseñadores éticos

El holandés Ronald van der Kemp reivindica nueva forma de demi-couture contemporáneo, redefiniendo el concepto y adaptándolo a un nuevo marco en el que la ética importa tanto como la estética.

A sus 54 años, Ronald van der Kemp es un veterano en el mundo de la moda, pero la firma que lleva su nombre, RVDK, nació en 2014 con un objetivo: redefinir el concepto de alta costura. Con un vocabulario propio, pretende cambiar las normas establecidas, habla de armario, no de colección ni temporada, y trabaja pieza a pieza y sin un tema definido.

En sus talleres han trabajado refugiados sirios y africanos. Subraya que la ética mueve su negocio, en contraposición a los grandes grupos que a menudo acaban con la artesanía y la creatividad.

También destaca la neozelandesa Maggie Hewitt. En 2016 lanzó Maggie Marilyn, un ready-to-wear que en su debut conquistó a Net-a-Porter por su sofisticación y la coló entre los finalistas del LVMH Prize 2017.

Con solo 24 años asegura que crear una compañía global para la que lo más importante son las personas y el planeta por encima de márgenes y beneficios no es fácil. Pretende acabar con los ideales que asociamos al patriarcado y con un sistema actual que no funciona.

Hewitt ahora vende en Moda Operandi, Selfridges o Saks y acaba de llegar a Bergdorf Goodman.

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